En los últimos años hemos asistido a la revolución que la Generación Z ha producido en el mercado laboral y, en ATREVIA, hemos sido pioneros en analizar estos cambios. Los primeros miembros de la Generación Z (auténticos nativos digitales, nacidos entre 1994 y 2009) que han ido eligiendo carreras universitarias apuestan por Grados con alto componente tecnológico, como las ingenierías. En el País Vasco, por ejemplo, una de las titulaciones con la nota de corte más alta es la de Ingeniería con Física, desbancando a la histórica líder del ranking, que era Medicina. Estas y muchas más conclusiones se desprenden del informe Generación Z. El último salto generacional, elaborado por ATREVIA y Deusto Business School, y respaldado por instituciones como Fundación Ashoka, Fundación Créate, Fundación Promete, Telefónica Open Future o Junior Achievement.
Esta preferencia por los estudios relacionados con la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) es un rasgo distintivo de los Z, una generación donde la tecnología determina absoultamente su forma de vida: desde los empleos a las relaciones sociales, pasando por los viajes, las compras y también la educación. Estos jóvenes, que empiezan a salir de las universidades para incorporarse al mercado laboral, hacen las cosas de forma muy diferente, con la tecnología como aliado.
Además, los Jóvenes Z forman parte de una generación sobreexpuesta a la información, que ha nacido y crecido con un gadget en la mano. El periódico británico The Guardian quiso analizar, en un momento clave de demanda de información, el atentado a la sede de Charlie Hebdo en París, esto es, cómo llegaban sus lectores a las noticias que escribieron esos días. El resultado no deja lugar a dudas: el 80% procedían de Facebook.
Los jóvenes de hoy devoran las pantallas de los smartphones, de las tablets y de los ordenadores portátiles. Y, aunque no hay un miedo real a que vayan a enloquecer (como Don Quijote) o a embrutecerse por no leer signos en papel, es indudable el riesgo que para su socialización supone el exceso de individualismo (se conocen casos patológicos de jóvenes en Japón enclaustrados en casa). Asimismo, preocupan el sedentarismo, y las consiguientes consecuencias en la salud, derivadas de jugar en el sofá y con una consola, por ejemplo.