Mientras el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de construir muros, su homólogo chino, Xi Jinping, criticó férreamente el proteccionismo en el Foro Económico de Davos. Paradójicamente, la mayor economía del mundo desarrollado se va retirando de la globalización, y el mayor país comunista se ha convertido en el principal defensor de la liberalización. Para el director general del banco HSBC, Stuart Gulliver, «China se ha convertido ahora en un líder mundial muy visible en promoción de la globalización económica».
China fue el claro beneficiario de la globalización. Durante décadas, la combinación entre inversiones del Estado y exportaciones, aprovechando una mano de obra barata pero cualificada, ha logrado sacar a millones de ciudadanos de la pobreza. Ya integrada en el comercio global, China es hoy la segunda economía del mundo por PIB nominal. Siendo el mayor socio comercial de 120 economías, sus empresas participan en casi 8.000 firmas extranjeras de 164 países y regiones.
La crisis económica golpeó también a la economía china. En un contexto caracterizado por el agotamiento de las viejas fuentes de crecimiento y la desaceleración de la actividad económica, cabe preguntarse cómo afronta China los desafíos de la nueva normalidad. Como respuesta a esta cuestión, el presidente Xi Jinping presentó la ambiciosa iniciativa conocida como la Nueva Ruta de la Seda. Su economía necesita reformas profundas para elevar su cadena de valor añadido; para Pekín es fundamental salir al exterior para revitalizar su mercado doméstico.
Curiosamente, en chino la palabra crisis está compuesta por caracteres que significan peligro y oportunidad. Hay que buscar las oportunidades que proporciona la propia crisis, o de la propia crisis.
Según el informe Tendencias de la inversión china en Europa 2016-17, del ESADE China Europe Club, en los últimos años la inversión exterior directa (IED) china en el mundo se ha incrementado notablemente, pasando en tan solo diez años de menos de 20.000 millones de dólares emitidos a más de 100.000 millones a partir de 2013. En el último año, con datos cerrados de 2015, se ha alcanzado un nuevo récord: 127.500 millones de dólares, convirtiéndose en el tercer mayor inversor del mundo.
Europa es uno de los destinos favoritos para los inversores chinos. Mientras la inversión europea en China se encuentra en declive, la IED china en Europa alcanzó en 2016 una cota histórica. Según un estudio conjunto publicado por el German Mercator Institute for China Studies (MERIC) y el Rhodium Group, sólo en el territorio de la Unión Europea han entrado aproximadamente 35.000 millones de euros de capital procedente de China, lo que supone un incremento del 77% respecto al año anterior.
La tecnología, la maquinaria avanzada de fabricación, la industria del entretenimiento y el sector servicios son las áreas que atraen mayor inversión china en el Viejo Continente. La mayoría de las operaciones se concentran en Alemania, Reino Unido y Francia. España ocupa el séptimo lugar en la clasificación europea, gracias a la apuesta por sectores como tecnología, energías renovables, turismo, alimentación, salud y, cómo no, por el fútbol.
Para Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, la nueva globalización china tendrá impactos profundos en el mundo tal y como lo conocemos. «La visión china de la globalización, compartida por muchos otros países en desarrollo, parte de la idea de que facilitó la modificación, lenta pero progresiva, de los equilibrios mundiales», asegura Ríos.
En esta nueva normalidad de la globalización, muchas empresas chinas que aterrizan en un nuevo mercado tendrán que adaptarse a las reglas de juego locales. Y las economías locales, sin embargo, tendrán que convivir con las normas globales de juego fijadas por China. Queda aún mucho trabajo por hacer.