Una máquina te conoce mejor que las personas de tu entorno. Así concluye un reciente estudio que está generando amor y odio por la red social a partes iguales. Por lo visto, en la “intimidad” de nuestra pantalla, nos sinceramos más de lo que lo hacemos fuera de ella. Ni tu propia madre conoce tus gustos y aficiones como Facebook; ni siquiera tu pareja, con quien supuestamente compartes todos ellos. Parece paradójico que nuestra página personal online, a la que continuamente intentamos engañar publicando solo contenido positivo, y que no nos permite, de momento, mostrar desaprobación a través del botón de “No me gusta”, conozca tu personalidad con precisión superior a la de la mente humana, en base a la información que viertes inconscientemente. En otras palabras, Facebook es más hábil incluso que tu madre adivinando lo que quieres ocultarle a toda costa, aunque no tenga ojos con los que mirarte de forma inquisitiva.
Según la investigación, en escasas milésimas de segundo, Facebook recopila una ingente cantidad de información sobre tu sexo, tu edad, tu estado de ánimo y tus hábitos de consumo; el mismo tiempo que tú tardas en decidirte a pulsar la tecla de “Me gusta”, sea cual sea el motivo que te lleva a hacerlo. Tal es su precisión, que basta con dar 10 veces «Me gusta» para que su algoritmo sepa más de ti que el compañero de trabajo que se sienta a tu lado. Con 150 “Me gustas”, ya podrías recriminarle a cualquier amigo que no te escucha lo suficiente, y con 300 “Me Gusta”, Mark Zuckerberg podría hacerte el mejor regalo de Navidad que te han hecho nunca (si quisiera, claro).
Este revelador dato te asustará o encantará dependiendo de tu grado de tecnofobia, y de si sueñas con enterarte a través de una notificación de que te está dando un infarto, o de si sigues siendo un celoso de tu privacidad. En cualquier caso, lo que sí está claro es que este tipo de estudios pone en entredicho nuestro concepto de “personas allegadas”, y demuestra también la oportunidad de negocio para los anunciantes que supone acceder a esta información fidedigna. Y es que nos abrimos paso hacia un futuro en el que nuestros hábitos serán un libro ebook abierto en el que las marcas podrán indagar a su antojo y en el que no existirán los estudios de mercado, ni los procesos de selección de nuevos empleados. El volcado de información personal en las redes sociales facilitará que todo proceso analítico se vea reducido a un simple clic.
Un futuro que, nos parecerá utópico o distópico dependiendo del partido económico que podamos sacarle, como todo en esta vida. Porque tú mismo, al abrirte un perfil en la red social, estás accediendo a ceder tu información personal solo por usarlo de forma gratuita. La única vía de escape a esta mercantilización de la huella digital es eliminar tu página de perfil en Facebook; cualquier disclaimer que se difunda a través de ella no servirá para absolutamente nada.
Por el momento, y mientras nos decidimos entre el amor y el odio, habría que incluir una opción adicional en la categoría de situación sentimental de la propia red social: “In a complicated relationship… with Facebook”.
Foto: http://www.thefiscaltimes.com/Columns/2013/07/24/How-My-Mom-Killed-Facebook