Dice una canción del Joaquín Sabina “Nos sobran los motivos”, pero no siempre podemos decir esto cuando nos preguntan por qué trabajamos en la compañía en la que estamos. Es más frecuente de lo deseado respuestas tipo: “Hay que ganarse la vida”, “Porque estoy más o menos a gusto”… Vagas reflexiones que no materializan motivos fuertes o concretos.
Este tipo de respuestas suelen responder a falta de información concreta o falta de motivación. ¿Y qué puede hacer una compañía para fortalecerla? Porque, si bien la motivación parte del individuo, hay factores y atributos visibles que la propician.
Y estos factores y atributos deben buscarse en tres planos diferentes de la motivación laboral:
La motivación extrínseca viene dada, como su propio nombre nos indica, por factores externos a nosotros vinculados con la seguridad de la corporación, la retribución, los incentivos, la carrera profesional… Esas cuestiones que hacen que en una charla coloquial se diga que alguien tiene un “buen trabajo”
La motivación intrínseca nace de nosotros mismos, de la satisfacción del trabajo bien realizado y el deber cumplido. Es la que nos hace decir en esa misma conversación: “Me encanta mi trabajo”
Por último, la motivación trascendente es la que nos da el que nuestras acciones influyan en otros, perduren en el tiempo. Es el impulso que mueve a las personas a actuar por y para otras, lo que está por encima de lo tangible. Es normalmente el motivo por el que contamos: “En mi empresa hacemos cosas muy interesantes”
Definir los atributos, contenidos y servicios, relacionados con estas motivaciones, es definir la marca interna de la compañía. Una marca que más allá de colores, eslogan y logotipos, da a los colaboradores motivos para comprometerse con la estrategia, recomendar su empresa y hablar de ella con orgullo.
Os animamos a hacer ese inventario de motivos que, sin duda, deben ser la espina dorsal entorno a la que construir el relato de la marca interna. Los motivos por los que un colaborador está a gusto en su compañía.