Las empresas trabajan hoy en un nuevo espacio público, un mundo digital sin fronteras y con infinitas posibilidades de comunicación donde el consumidor es el eje. El ciudadano, más empoderado que nunca, se ha convertido en el sujeto del mensaje, mientras que las empresas han pasado a ser el objeto. Este hecho lo cambia todo. Cualquier empresa está constantemente bajo la lupa; hay una saludable demanda social de buenas prácticas, de comunicación, y eso es positivo.
Las empresas son dueñas de la marca, pero los stakeholders son los dueños de la reputación de la compañía. ¿Cuál es el principal reto de las organizaciones? Transformar el recelo en confianza, evitar ser percibidas como parte del problema y convertirse en actores principales de la solución. El primer ejecutivo de la compañía tiene importantes desafíos de liderazgo y responsabilidad personal, así como la legítima defensa de la capacidad de operar en un entorno en el cual la opinión pública acaba siendo la mayor fuerza reguladora.
El presidente debe lograr que la empresa sea atractiva y relevante para sus stakeholders, algo que sólo se consigue cuando se alinean todas las áreas internas para construir una plataforma que genere valor para colaboradores, clientes, sector y sociedad en general. En definitiva, el máximo ejecutivo de la compañía debe pilotar la organización de forma que interactúe con transparencia con cada uno de sus stakeholders. El objetivo: convertirse en el contenido preferente de la comunicación que le permita dar a conocer las propuestas de la organización basadas en compromisos públicos de valor.
5 reglas de oro
- Cultivar todas las iniciativas internas. Los máximos ejecutivos de las organizaciones deben impulsar la creación de
un ecosistema común donde coexistan todas las iniciativas y se refuerce el engagement en el equipo. - Estar en las redes sociales. El ecosistema digital tiene sus propias reglas de juego; conocerlas y aprovecharlas es vital.
- Hablar el mismo idioma que los stakeholders y mantener un diálogo fluido y constante con ellos.
- Compromisos públicos de valor. Estrategias puntuales o periódicas de precio mínimo garantizado; impecable servicio posventa; compromiso de conseguir el producto en fechas acordadas; ofertas de devolución del importe en caso de retrasos…
- Ser capaces de rendir cuentas. Es imprescindible evaluar el nivel de cumplimiento de los compromisos. No defraudar las expectativas ni, mucho menos, faltar a la palabra dada.