Vivimos en un mundo de cambios vertiginosos, de hondo calado y producidos a gran escala. Inteligencia artificial, robots, realidad virtual y aumentada, Internet de las Cosas (IoT), coche autónomo o cloud… Son moneda de uso corriente hoy y el caldo de cultivo sobre el que brota ya lo que, en breve plazo, desembocará en una mutación mundial inédita que afectará a la actividad industrial, laboral y, por tanto, socioeconómica.
La súbita digitalización de la sociedad ha fomentado la llegada de lo que los economistas han denominado la cuarta revolución industrial, un fenómeno en el que convergen tecnologías digitales, biológicas y físicas y que actuará como el pilar sobre el que se asiente la próxima transformación de la sociedad y de la economía mundial, que apunta a que será la más radical de las conocidas hasta el momento. En este sentido y como ya sucedió en la anterior revolución, la nueva revolución tecnológica volverá a modificar desde su raíz la forma en que las personas viven, se comunican, disfrutan de su ocio, se relacionan o desempeñan su actividad laboral. De acuerdo con Klaus M. Schwab, director ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF): «La cuarta revolución industrial no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital (previa)».
Basándose en sistemas ciber-físicos combinados con sensores, software, sistemas digitales de comunicaciones o IoT se conseguirá una disrupción sin precedentes en la historia de la humanidad, por su impacto en todas las capas y sectores de la sociedad y por su súper acelerada velocidad de implantación.
Ante esta inminencia, los gobiernos y las empresas deben habilitar los mecanismos necesarios para lograr la inclusión digital de las personas. Preparar al mundo para esta nueva revolución, educando y desarrollando habilidades que permitan conciliar todas estas nuevas tecnologías que deben facilitar el desempeño de algunas tareas cuyo valor pueda ser residual, fomentando la creatividad y otros aspectos que ofrezcan mayor utilidad tanto a las personas como a las empresas.