¿Qué tienen en común los términos sostenibilidad y comunicación? ¿Cómo lograr una comunicación sostenible? Grandes y apasionantes interrogantes.
Entendiendo a la comunicación en su definición más básica como la actividad consciente de intercambiar información entre dos o más personas con el fin de transmitir o recibir significados a través de un sistema compartido de signos y normas semánticas cabe preguntarse, ¿cómo hacer para que esta acción sea sostenible?
Pero, ¿qué es sostenibilidad? En términos de objetivos, significa satisfacer las necesidades de las generaciones actuales, pero sin afectar la capacidad de las futuras.
Buceando en ambas definiciones me limité a vincularlas desde dos perspectivas pensando en lograr una comunicación sostenible: una, desde la unidad casi más básica de la comunicación: la palabra. ¿Es necesario fundamentar mi idea con tantos caracteres? Esta primera relación tiene que ver con la CANTIDAD a la hora de comunicar.
Se logrará una comunicación sostenible reduciendo al mínimo el uso de palabras sin alterar el objetivo de la comunicación. Y esta afirmación se completa con la conocida frase: “menos es más” y me potencia a plantear la necesidad de ser responsables a la hora de emplear palabras. Esta tarea requiere de un minucioso trabajo de conocer con certeza qué quiero comunicar para luego, de manera inteligente y sostenible, seleccionar lo más potente, más innovador, más certero y, a su vez, lo de menor extensión.
Otro análisis puede llevarse a cabo desde la perspectiva del tiempo. ¿Por qué empleamos una palabra y no la otra? ¿Qué pasará en el futuro con lo que comuniqué hace unos meses, un año o bien con lo que estoy comunicando en el presente? ¿Cómo afectará a mis audiencias futuras? Este segundo nexo entre sostenibilidad y comunicación está estrechamente ligado al anterior pero pone de relevancia la variable CALIDAD.
Cada palabra tiene un efecto transformador muy potente, tanto para el emisor como para el receptor, por consiguiente, se logrará una comunicación sostenible cuando las palabras que utilizo en el proceso tengan una calidad tal que transformen a emisores y receptores, actuales y futuros, de una manera positiva. ¿Se puede? ¡Claro que sí! El éxito radica en el arduo trabajo de seleccionar las palabras correctas, aún cuando se trate de comunicaciones difíciles.
Por lo tanto, una comunicación sostenible será aquella que sea necesaria, eficiente, clara, precisa para el objetivo actual del proceso que se ha puesto en marcha y, además, que respete los procesos siguientes de comunicación teniendo cautela hacia el futuro. ¡Apasionante tarea! No sólo para los expertos en comunicación sino para todos los que habitamos este planeta.