Cuando en las organizaciones hablamos de diversidad, hasta ahora pensábamos en la confluencia de personas de diferentes culturas, género e incluso con alguna discapacidad; pero nunca nos hemos percatado de la convivencia e interacción que existe entre las diferentes generaciones.
Por primera vez en la historia de España hasta 5 generaciones coinciden en el mismo tiempo y espacio en el trabajo: Veteranos, Baby Boomers, Generación X, Generación Y, Generación Z… Todas ellas en un mismo entorno laboral, sin que las organizaciones perciban el impacto que esta diversidad generacional tiene en ellas.
Cada una de estas generaciones comparte aprendizajes, experiencias, valores y estilos de vida diferentes que marcan su esencia vital y, por tanto, la forma de entender el mundo y enfrentarse al trabajo será distinta.
¿Cómo afecta esto a las organizaciones?
No debemos perder de vista que uno de los grandes retos a los que se enfrentan las organizaciones es la gestión de personas atendiendo a esta diversidad.
Estamos en constante cambio social, donde la gestión de la diversidad significa una mejora en el aprovechamiento de las cualidades y capacidades personales, así como de las interacciones de las mismas a partir de su diversidad.
Este paradigma exige crear nuevos modelos de detección de necesidades, gestión del talento y de las expectativas y, por ende, una nueva forma de gestión de las personas.
El papel de la formación en la gestión de la diversidad generacional es clave para afrontar este cambio.
¿Qué retos se plantean en formación y desarrollo ante esta diversidad?
En los últimos años estamos siendo testigos de cómo la transformación digital está cambiado el modelo de gestión del talento y evidencia las diferencias entre generaciones.
Cada vez más empresas tratan de alinear su modelo de desempeño a los objetivos del negocio y es por ello que se están produciendo cambios en los departamentos de Formación y Desarrollo, de cara a convertirse en más estratégicos, más proactivos, más orientados a las personas y a los resultados.
No solo se está produciendo una transformación de los modelos de aprendizaje y desarrollo, sino un cambio de cultura que genera nuevas formas de trabajar, más centradas en aprendizajes colaborativos y sociales que permiten compartir conocimiento y experiencia entre todas las generaciones, dentro de ambientes más motivados y felices.
No existe una relación entre la edad y el talento, los profesionales más maduros no son peores ni los más jóvenes mejores. Las competencias están en la persona, no en la edad.
La mayoría de los planes de gestión del talento tienen como destinatarias a las generaciones más jóvenes, olvidando poner en valor las experiencias y conocimientos de las generaciones mayores. Esto supone un gran error, pues resulta primordial aprovechar todo el talento de la organización para alcanzar el éxito.
Sin duda, tenemos el gran reto desde formación y desarrollo de personas, de estar alineados al negocio y a las necesidades de los equipos multigeneracionales, poniendo a disposición todas las herramientas y recursos que les permitan seguir creciendo y aportando, personal y profesionalmente, al crecimiento de la organización.