Eh, tú. Sí, tú. ¿Te has dado cuenta de que tienes superpoderes? Eres el superhéroe más adorado y temido de la galaxia comercial, el soberano del consumo, el juez supremo de las compras. Eres el súperconsumidor. Puedes encumbrar productos o destruir imperios con un simple tuit, puedes difundir un fallo de atención al cliente a la velocidad del rayo, puedes, incluso, comparar productos y precios en todo el planeta en minutos o poner en evidencia faltas de ética que hagan temblar a los departamento legales más avezados.
Pero, ¿son amigos o enemigos?, se preguntan las empresas, entre asombradas y aterrorizadas por este cambio de tercio. Dicen los estudios que algunos de nuestros superpoderes son la formación, la conectividad, la globalización, incluso la solidaridad, de todo ello se derivan las tremendas exigencias que imponemos a las marcas: queremos buenas materias primas, queremos producción responsable, queremos multicanalidad, y eso sin olvidar diseño y precio. Los superconsumidores como tú y como yo las abruman, y ellas no pueden hacer otra cosa que estudiarnos con mentalidad científica, minuciosamente, practicar mil y un análisis a nuestras costumbres, formular hipótesis de previsiones de ventas y esperar, con los dedos cruzados, no equivocarse.
A esta nueva arma de defensa y competitividad la llaman Big Data seguramente por el Big Brother de 1984 (Orwell), que todo lo sabe y todo lo ve. Pero, ¡ay de las pobres compañías que no tengan a su alcance esos grandes laboratorios virtuales donde todo se analiza y todo se estudia!, ¡ay de las que no puedan dedicar recursos a inteligentísimos programas de recopilación y cruzado de datos! Este tipo de soluciones, cada vez más avanzadas y cada vez más al alcance de grandes y pequeños parecen ser la solución definitiva a los misteriosos cambios telúricos del mercado, y llegan para restablecer un equilibrio que parecía en riesgo. Pero la maquinaria no se detiene, la evolución continúa imparable, también en el universo comercial, y ahora vemos un resurgir del comercio de proximidad, de la atención individualizada, del ‘te conozco de siempre y sé lo que te gusta’. Y eso, a un superhéroe, siempre le facilita el trabajo.
Sea como sea, con móvil, teclado o capa al viento, hemos enseñado a las empresas que, juntos o separados, somos invencibles.