Las cifras no mienten; el número de propietarios de smartphones aumentó del 19% al 65% entre el 2009 y el 2013 (Nielsen), lo que ha provocado que el consumo audiovisual suba como la espuma. Pero precisamente el canal móvil ha cambiado la estructura de los videos online para adaptarlos a las nuevas necesidades.
Los 10 primeros segundos son cruciales para “enganchar”. En ese tiempo, si no se consigue captar la atención, el 20% de los espectadores abandona. El truco reside entonces en combinar los elementos necesarios para “atrapar” en menos de 10 segundos, un reto aún más complejo ante un perfil de espectador cada vez más crítico, selectivo y entrenado.
El hecho de que ya no necesitemos grandes pantallas, ni destinar un tiempo específico para ver un video, ha cambiado las características del mismo sobre todo en dos aspectos: la longitud y el tono. Videos cortos, con ritmo, curiosos, espontáneos, incluso, demasiado fugaces, son los que tienen más posibilidades de compartirse y viralizarse.
Sin dejar de lado la calidad de la grabación, existen elementos que debemos utilizar si queremos realizar una pieza con “gancho”.
- Entretenimiento e inspiración. Hemos pasado de realizar videos puramente informativos a piezas hechas casi exclusivamente para inspirar. Puede parecer extraño que grandes compañías apuesten por generar corrientes de opinión a través de una producción audiovisual que sirva de fuente para la reflexión, pero no hemos de olvidar que el 40% de los consumidores reconoce que busca entretenerse pero, sobre todo, inspirarse.
- Youtube Style o estilo “hiperrealista”, sin trampa ni cartón, bajo un look natural. El espectador ya tiene el ojo educado a este formato, lo que resulta más fácil para las empresas seguir este patrón que persigue una comunicación transparente, honesta y de confianza.
- La era del selfie. El estilo make it yourself, funciona. Ser narradores en primera persona de aquello que acontece o queremos contar, traslada automáticamente más veracidad a la comunicación. La cercanía, un estilo propio y la sensación de que no hay intermediarios, añade mayor credibilidad al mensaje.
- Interactivo. Cada vez más los espectadores están acostumbrados a la interactividad con los contenidos. Hacer partícipes de nuestras comunicaciones audiovisuales a aquellos que nos ven, aumenta las posibilidades de compartirlas. Se trata de lograr que los mensajes lleguen al espectador de manera que sienta que él tiene parte de responsabilidad en el desarrollo y la continuidad de la historia.
Si analizamos estas cuatro características, observamos que todas tienen un punto en común: el espectador. Como en todo proceso de comunicación, si nos olvidamos del receptor estaremos abocados al fracaso. Desarrollar la empatía con aquellos que nos ven y nos escuchan, comprender sus gustos y sus motivaciones, es clave para ofrecer un contenido que resulte de su interés y por tanto, tenga más posibilidades para ser compartido y viralizado.