Hay verdades relativas y verdades absolutas; entre estas últimas está que en el nacimiento y vida de una empresa familiar pesa más lo emocional que lo racional, sin que esta afirmación esté reñida con la eficiente gestión de la mayoría de las empresas familiares.
Si aceptamos esta premisa, deberemos aceptar también que la empresa familiar se juega mucho en una adecuada gestión de lo emocional, y que al hablar de lo emocional estamos hablando más de las personas –esto es, la familia empresaria, la familia propietaria- que propiamente de la empresa en sí misma considerada. Y, derivado de lo anterior, tendremos que convenir que una buena gestión de lo emocional dentro de la familia empresaria requiere una buena comunicación intrafamiliar, que llegue a todos los accionistas y mantenga vivo el orgullo de pertenencia.
¡Cuántos desaguisados se habrían evitado en el mundo empresarial, si los líderes de las empresas familiares hubiesen repetido, todas las mañanas al levantarse, unas máximas que les recordasen lo que acabamos de aceptar como prácticamente incuestionable!
Amenazas para la supervivencia, la continuidad en el tiempo y la paz entre parientes en las familias empresarias
A las ya tradicionales diferencias generacionales, que inevitablemente afectan a una empresa familiar, se suman hoy otras barreras, entre las que las reestructuraciones familiares o la dispersión geográfica de los miembros de la familia, van acompañadas del crecimiento de las compañías y de su implantación internacional. Todos esos retos requieren instrumentos y diseños a medida, dinámicos y resilientes.
El Protocolo familiar es, sin duda, uno de esos eficaces instrumentos, pero no es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro; el protocolo es una herramienta, ojalá una herramienta de precisión, pero sin vida podría convertirse en una herramienta oxidada y poco funcional.
El valor de una comunicación familiar que llegue a todos sus miembros
Es esencial que las familias empresarias entiendan que no se puede dejar a la espontaneidad la comunicación dentro de la familia o limitarla a tradicionales encuentros familiares; no es que la espontaneidad no sea buena, pero puede no serlo siempre. Cuando en ATREVIA pensamos en comunicación intrafamiliar, pensamos en la comunicación que tiene que llegar tanto a los miembros de la familia que de alguna manera participan en la gestión de la empresa, como a los que no, tanto a las generaciones activas como a las que ya se retiraron y a los que todavía se están formando, tanto a los miembros de la familia inmediata (o mayoritaria en la propiedad), como a la familia cercana y, no menos importante, a la familia política.
La estrecha relación de ATREVIA con familias empresarias de muchos países y de diversos tamaños, ha permitido que pongamos a disposición de nuestros clientes una propuesta de servicios que va desde medir las necesidades de comunicación intrafamiliar, diseñar un plan y herramientas a medida, y evaluar resultados, hasta un específico programa de formación para los responsables de la comunicación intrafamiliar.
No hay peor plan que el que no existe… y en este campo, cuesta imaginar qué sentido tendría no plantearse a fondo un asunto tan estratégico como este.