Traducido al castellano como habilidades blandas, el término inglés soft skills hace referencia a las habilidades que se relacionan con los rasgos de la personalidad y las habilidades generales que son útiles en el mundo profesional. Se suelen englobar bajo el paraguas conceptual de la inteligencia emocional y se oponen a las hard skills (habilidades duras), que cuantifican los conocimientos específicos de un candidato en un proceso de selección o las habilidades de los colaboradores y empleados en una organización.
Estas son las ocho soft skills que más subirán la puntuación de tu currículum:
-Pensamiento crítico y habilidad para procesar información de forma inmediata. Demostrar lo buenos que somos asociando datos aparentemente inconexos.
-Autoconfianza. Saber hacer frente a la presión manteniendo a raya el estrés mediante una eficiente planificación de rutinas y deadlines.
–Ética profesional. Comportarse con arreglo a valores tales como el esfuerzo, el compromiso, la honestidad, la perseverancia, la predisposición al cambio o la responsabilidad.
-Ganas de aprender. Mantenerse al corriente de las nuevas tendencias y tratar incluso de ir un paso por delante. Entrenar la curiosidad de la forma más proactiva posible.
-Sensibilidad cultural para lograr un buen entendimiento con los colegas y con los clientes de otras culturas; imprescindible en empresas de ámbito internacional.
-Empatía. Tanto la empatía afectiva (capacidad de responder con un sentimiento adecuado a los estados mentales del otro) como la empatía cognitiva (capacidad de comprender el punto de vista o estado mental del otro) son claves para interactuar y tomar decisiones en el ecosistema empresarial.
-Capacidad para el liderazgo interno. Dar un paso adelante y liderar la situación cuando el equipo afronta un problema. También saber cuándo es el momento de ceder la iniciativa a otro miembro del equipo. Es fundamental saber colaborar de modo eficaz con profesionales de diferentes niveles de responsabilidad, especialmente en situaciones de crisis.
–Sin miedo al conflicto. Los conflictos son como las crisis: bien gestionados pueden ayudar a una organización a mejorar y a crecer, ya que resuelven problemas enquistados y/o contribuyen a que no se eternicen deficiencias coyunturales.