Las empresas interactúan constantemente con su entorno, aprovechando las oportunidades que este ofrece y evitando las amenazas que puedan sorprenderles, a veces, por la falta de conocimiento o lentitud en la respuesta ante los cambios del sector. Si las compañías quieren seguir siendo competitivas deben saber adaptarse a las nuevas tendencias que surgen y reinventarse cada día. Es importante apostar por una estrategia que consista en aprovechar la información con el objetivo de ofrecer mejores productos o servicios a los clientes.
Las definiciones clásicas de la buzzword Big Data comenzaron con las tres “Vs”:
- Volumen: la información almacenada ya no cabe en un disco duro normal y corriente, es necesario utilizar clusters o centros de datos.
- Variedad: los datos son de diferente naturaleza y nos llegan en forma de huella digital, foto, email, documento, etc.
- Velocidad: llegan de manera constante, lo que facilita la monitorización en tiempo real.
A medida que conocíamos mejor este término surgían nuevas “Vs” como viabilidad, visualización, valor. Y siguen apareciendo más. Las tecnologías Big Data han dado un salto más allá de las posibilidades del Business Intelligence tradicional, tendiendo una capacidad infinitamente mayor (y en constante evolución) en la recogida o extracción de los datos, en el procesamiento mediante algoritmos inteligentes y en la presentación con la ayuda de las herramientas de visualización más atractivas y fáciles de utilizar.
Aunque a muchos les asusta este mundo desconocido, el problema reside no tanto en la falta de conocimiento tecnológico, como en la falta de cultura analítica dentro de las mismas organizaciones. Es primordial el cambio cultural en las empresas. Al fin y al cabo, estamos en la era digital de lifelong learning en todos los sectores.